La esperanza era mucha, y esa misma empujo a millones a las calles y a las casillas; porque con todo y la crisis política, social y económica que impera en aquel territorio con tanta historia, siempre queda un rato para creer en la Democracia.
Y si, es muy complicado saber con certeza el sentimiento que cada alma llevaba dentro de si al sufragar; sin embargo, en los días, incluso semanas previas a la elección, se respiraba en el aire algo distinto, un aroma novísimo, una fragancia que hinchaba el asfalto lleno de nostalgia exiliada.
Aunque claramente la esperanza nunca alcanza para cortar todas las cabezas de la hidra.
Venezuela, de un tiempo a esta parte, es un animal distinto, apartado, suigéneris, víctima y victimario. Incluso la cosa para entenderla, va más allá de cuestiones ideológicas o de facciones partidistas, hay una realidad palpable en cada venezolano y en cada Venezuela, Maduro ya no debe estar más, y mucho menos, recuerdo alguno de Chavez; quiero suponer que así votaron. ¿Por qué lo supongo? Porque a estas alturas hay más certeza de un fraude electoral, que de una elección transparente.
A últimas, Venezuela es una casa desapareciendo.
Claro que esas elecciones son muy observadas, y los resultados, altamente criticados y cuestionados ¿De que otra forma sería? Hace tanto que ese país es una Dictadura en todas sus amplitudes, que hablar de algo distinto, es ir contra la costumbre de sus últimos años.
Estos altos idiotas que dirigen aquel país, viven sin duda una realidad alterada, y desde ahí juegan al gobierno distinto, capaz, con una razón y misión histórica por cumplir, que nadie sabe cual es; sin embargo, estos altos imbéciles, en su hacer, son más Thanatos que Hípnos.
Quien sabe como, pero volvió a ganar Maduro, y con esto sería su tercer periodo consecutivo al frente del ejecutivo. Tres largos y agonizantes periodos que algunos, sin poseer la empiria de padecerlo, celebran enalteciendo quien sabe que oscuros triunfalismos.
Estos últimos, han llegado a justificar el hambre, la desigualdad, la miseria, la violencia, la crisis en todas sus formas con tal de levantar el puño en nombre de una lucha ficticia que usan como acicate para seguir señalando y achacando los males a fantasmales enemigos, y de esta forma seguir teniendo la oportunidad de seguir profundizando esas problemáticas que izquierdas rancias prometieron abatir a punta de espejismos.
¡Que cosas! En esto último, toda Latinoamérica es Venezuela.
Quien sabe como (si sabemos como) pero volvió a ganar Chavez…
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