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¡No me quiero morir!




De adulto, pocas son las cosas que hielan la sangre, que cortan la garganta y nos hacen sentir impotencia. Y es que tendría uno que ser de palo, si al escuchar el agonizante grito de ayuda de un pequeño, la piel no se te eriza y el corazón no se te detiene.

¡No me quiero morir! Gritaba Emiliano, de 11 años, tras recibir una bala por defender a su madre y salvarla de ser secuestrada. El crimen organizado se ha enquistado tanto en todo México que bien pueden secuestrar a una mujer en pleno día o arrebatarle la vida a un pequeño y esto quedar totalmente impune, pues con la política de abrazos, no balazos, los delincuentes son dueños y señores de cada calle del país, que, a fuerza de sangre y extorsión hoy han comprado, para así cometer sus actos en total libertad.

Mientras tanto, en Palacio Nacional, las prioridades del presidente más chiquito del mundo son todo, menos la seguridad y tranquilidad de los mexicanos; la agenda manda las prioridades y urge poner alto a la oposición, quienes el domingo pasado dieron un golpe contundente al oficialismo, que aún sigue sangrando al ver por primera vez en jaque lo que consideraron sería un “mero trámite”; para Andrés es prioridad posicionar en primer lugar a su marioneta para asegurar la continuidad de esta pesadilla y de no lograrlo, debe redoblar esfuerzos en el adoctrinamiento mañanero para meter en el cerebro de sus fieles seguidores que, de perder la elección, no será porque la oposición logró vencer o por que los ciudadanos los quieran ver fuera, no, sino porque se habrá consumado un fraude. Incapaz de ver la realidad del país, Andrés Manuel jura que el pueblo bueno lo ama y que, en todo caso, la única víctima aquí es él.

Emiliano falleció. Y podría decirse que la causa de muerte fue la falta de insumos en el hospital, donde claramente no hay una atención médica como en Dinamarca, pero no, a Emiliano lo mató el crimen organizado, lo mató la indiferencia de los mexicanos que están cegados por el amor a un hombre, pues en Tabasco, donde ocurrieron los hechos, morena va a la cabeza. A Emiliano lo mató la falta de humanidad de éste el gobierno más humanista de la historia, lo mató cada mexicano que voto por morena. A Emiliano lo mato usted, señor presidente.

En este acto tan vil, tan doloroso, atroz y desgarrador se resume la pesadilla de sexenio del peor presidente de la historia.

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